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Juan José Triana Marrero

Ingeniero Agrónomo y autor de este magnífico texto histórico que aportará al mundo la debida importancia que tienen los vinos de Canarias.

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La geopolítica del vino

El viñedo permaneció más de tres siglos como cultivo principal en Canarias, exportándose el vino de Canarias a la América hispana, a Europa (principalmente a Inglaterra), y posteriormente a las colonias inglesas del nuevo mundo.

 

Es muy probable que, como sostiene el escritor Carlos Cólogan Soriano (quien ha investigado las andanzas de sus antepasados los Cólogan, comerciantes de vino de origen irlandés establecidos en Canarias), el vino con que los padres fundadores de los Estados Unidos de América brindaron cuando celebraron la Declaración de Independencia fuera “un vino denominado Falso Madeira que bien pudo ser embarcado desde Tenerife con escala posterior en Madeira”.  

La Independencia de Los Estados Unidos fue aprobada por el II Congreso Continental reunido en Filadelfia el día 2 de julio de 1776, pero no fue celebrada mediante una declaración solemne más que dos días después, el 4 de julio. Según una leyenda que circula, aunque aún no he podido documentarla, la causa de esa dilación fue que el barco que traía el vino de Canarias con el que iban a brindar se había retrasado.

Aunque hoy en día nos parezca un detalle baladí, el hecho de brindar precisamente con un vino de Canarias, aparte de demostrar que los padres fundadores también entendían de vino, tenía en esa época hondo significado político.

En la época de la navegación a vela este tráfico de mercancías era necesariamente circular, dada la circulación dominante de los vientos y las corrientes del Atlántico Norte en el sentido horario: era relativamente fácil navegar desde Europa con escala en Canarias hacia la zona del Caribe y América Central empujado por los vientos alisios, mientras que para el viaje de vuelta había que navegar con rumbo norte siguiendo la costa de Norte América y alcanzada la suficiente latitud, tomar los vientos del oeste; en cambio el viaje directo desde Canarias a Europa con el viento en contra era bastante complicado, e implicaba dar un rodeo por las Azores para poder tomar viento favorable. Este viaje por mar aceleraba favorablemente el envejecimiento del vino malvasía, de forma que en el Canary Wharf de Londres (así se continúa llamando hoy en día uno de los distritos a orillas del Támesis) cotizaba a mejor precio el denominado “vino de retorno”, que había navegado hasta América y había sido traído en el viaje de vuelta, que el transportado directamente desde Canarias.

La Declaración de Independencia del pintor estadounidense John Trumbull

El comercio de vino canario entró en crisis por razones de política internacional: Inglaterra prohibió a partir de 1663 que sus colonias pudieran adquirir productos europeos más que si procedían de puertos ingleses y las transportaban barcos ingleses, admitiendo como excepción únicamente el vino de Azores y Madeira que cargaban en el viaje de ida cuando hacían escala. Inglaterra era fiel aliado de Portugal, mientras que con España, su rival en el dominio del mar, estaba frecuentemente en guerra, por lo que el vino de Canarias quedó fuera de la excepción y tenía que transportarse primero a Inglaterra. Como quiera que el comercio con el continente africano quedó fuera de dicha restricción (había lucrativo tráfico de esclavos entre Africa y las colonias inglesas), fue objetivo preferente de la diplomacia española durante el siglo XVIII que el gobierno de Su Graciosa Majestad reconociera la africanidad de Canarias, a fin de que sus vinos pudieran exportarse directamente a las colonias inglesas como producto no europeo, pero sin éxito.

Ni que decir tiene que los comerciantes ingleses e irlandeses establecidos en Canarias encontraron la forma de soslayar esta restricción: el vino canario era llevado a Madeira y embarcado hacia las colonias inglesas de América como si fuera de Madeira. Más de un 70% del vino que a efectos aduaneros figuraba como procedente de Madeira, era en realidad de Canarias.

La libertad de comercio era una de las grandes reivindicaciones de las pujantes colonias inglesas de América, y el contrabando una forma de resistencia contra la metrópoli. La rebelión comenzó en 1773 con el “Boston tea party”, cuando activistas por la independencia disfrazados de indios arrojaron por la borda los cargamentos de té de los barcos ingleses atracados en el puerto de Boston, en protesta por el monopolio que sobre la importación de té y otros productos había sido concedido a la Compañía Británica de las Indias Orientales.

 Es por tanto previsible que, cuando mediante la Declaración de Independencia de 4 de julio de 1776 fue formalizada esa rebelión, no se brindara con cualquier vino, sino con el canary wine que había sido traído de contrabando contraviniendo los decretos de Su Graciosa Majestad.   

Juan José Triana Marrero

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